¿Alguna vez has sentido que no encajas, que no eres lo suficientemente creativo, inteligente, analítico o audaz? ¿Que no estás preparado para hacer aquello que haces? ¿Que eres un fraude? Te he descubierto. ¡Bienvenido al síndrome del impostor!
Los seres humanos, en mayor o menor medida, nos enfrentamos a las mismas dudas acerca de nuestras acciónes, tenemos incertidumbre, falta de confianza, miedo al fracaso o simplemente creemos que siempre hay alguien que lo puede hacer mejor que nosotros. El síndrome del impostor es más común de lo que parece. Personas de éxito internacional como Michelle Obama, Emma Watson o Neil Armstrong, han reconocido padecer o haber padecido este síndrome a lo largo de su carrera.
¿En qué consiste?
El síndrome del impostor o síndrome de fraude es un fenómeno psicológico (no una enfermedad) que deriva de la incapacidad de atribución interna de los propios logros. Es decir, las personas que lo padecen no son capaces de atribuirse el mérito de sus éxitos y sufren un miedo persistente a ser descubiertos como un fraude. Esta incapacidad para reconocer las cosas que uno hace bien, se relaciona con baja autoestima y falta de confianza en el propio desempeño.
Desde que fue descrito por primera vez en el año 1978, ha sido objeto de múltiples investigaciones, sobre todo en el ámbito de la psicología de las organizaciones. El 70% de las personas tendrá esta sensación a lo largo de su vida. Cuanto mayor sea la tasa de éxito, más probabilidades tendrá la persona de sentirse así. Se ha demostrado que es más común en mujeres y muchas veces causará algún efecto negativo sobre la carrera profesional de las personas.
¿Cuáles son las posibles causas?
- Infancia: la creencia infantil mantenida en el tiempo de que los adultos son diferentes a los niños y que nunca se podrá alcanzar ese nivel de madurez, alimenta la impresión de que tendrá que fingirlo en el futuro.
- Estereotipos de género: en la sociedad patriarcal en que vivimos, una mujer exitosa suele vivir en un mundo de hombres. Esta diferencia sexual puede potenciar el pensamiento de ser un fraude y el miedo a ser descubierta.
- Diferencias salariales: estar peor pagados que otro que realiza el mismo trabajo también puede ayudar a la “confirmación” de esta creencia.
- Exigencias de desempeño: pensar que no lo haremos bien o que otro lo hará mejor.
Dejar actuar a quien no es un fraude
La influencia que tiene esta creencia sobre nuestro modo de hacer (o no hacer) las cosas, es indudable. Si crees que vas a fracasar o que eres un impostor, tomarás menos riesgos y dejarás que “otro que no sea un fraude” tome la iniciativa.
Pero, ¿Cómo se que ese otro no es también un impostor? La verdad es que no lo sabes. Todos las personas nos enfrentamos a las mismas dudas acerca de nuestro desempeño y todos tenemos miedo a fracasar, a no saber hacer o a infravalorar nuestras cualidades. Sobre todo, en sociedades donde la competencia es la base sobre la que se construyen todas las organizaciones.
La diferencia entre tú y los demás es que conoces todos y cada uno de tus pensamientos. Normalmente sobrevaloramos las capacidades de los demás para conseguir lo que nosotros queremos y los dotamos de una suerte de pensamiento superior e infalible que les impedirá fallar y les asegurará el éxito. Que ironía, ¿verdad? Te repito las preguntas: ¿crees que ellos no tienen dudas, incertidumbre o falta de confianza? ¿Crees que no piensan que tú puedes hacerlo mejor que ellos?
Pues engáñalos, sé un impostor, lo harás bien.
Que no se enteren en la Nasa que el tipo que pisó la luna por primera vez era un mindundi…
increíble post! que el síndrome del impostor nos haga luchar para ser un versión cada vez mejor de nosotros mismos!
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