La depresión. ¿Qué nos hace sentir mal?

La depresión es un trastorno del estado de ánimo en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período de tiempo prolongado.

Fisiológicamente hablando, los síntomas depresivos se producen cuando en nuestro cerebro, desciende la actividad de noradrenalina o serotonina, dos neurotransmisores muy importantes en la regulación del estado de ánimo. Un evento negativo en nuestra vida, que además está fuera de nuestro control y nos preocupa, puede favorecer este descenso.

Pero, ¿qué nos hace sentir mal?

Aquí es donde entran los factores sociales. Las cosas que nos hacen felices o infelices no son  las mismas para todas las personas. Existen diferencias individuales y sociales que regulan el modo en que afrontamos los problemas. Por tanto, lo que provoca este descenso noradrenalinérgico o dopaminérgico no siempre es el mismo. Depende del tipo de educación recibida, la sociedad donde nos hayamos criado (individualista o colectivista), el estatus que tengamos en esa sociedad, la cantidad de apoyos o los mecanismos de atribución que utilicemos habitualmente.

Incluso si se produce un descenso en la actividad de estos neurotransmisores, tendrán diferentes efectos en el estado de ánimo según la vulnerabilidad de las personas a estas fluctuaciones fisiológicos.

Una regulación a la baja por un evento negativo, por ejemplo perder un trabajo, causa un cambio fisiológico en el cerebro, pero la experiencia subjetiva de las personas influye en que esta regulación se mantenga.

¿Cómo me hace sentir esta bajada?

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¿La relaciono con este evento puntual? (atribución externa) o ¿Es que soy un desastre y no valgo para nada? (atribución interna).

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¿Tengo apoyos sociales?

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¿En mi sociedad está bien visto sufrir?

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¿Tengo medios económicos suficientes?

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¿Qué educación emocional he recibido?

En función de las herramientas que utilice, los neurotransmisores volverán poco a poco a sus valores normales o  se mantendrá esta regulación a la baja durante más tiempo, lo que transformará un evento fisiológico en un problema a más largo plazo. 

Existen numerosos fármacos para el tratamiento de la depresión, la mayoría actúan sobre los receptores noradrenérgicos y serotoninérgicos.  La efectividad de estos fármacos ha sido probada en diversos estudios. En la actualidad los más utilizados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), porque tienen menos efectos secundarios. Por otro lado, estos estudios también demuestran que, la combinación de terapia psicológica con cualquier fármaco antidepresivo es más efectiva que cualquiera de los tratamientos por si solo. Esto se explicaría por la multidimensionalidad del problema, de la que ya hemos hablado.

En definitiva, nuestra vida mental es una interacción de factores biológicos y no biológicos (psicológicos, sociales, culturales, ambientales, etc.), por lo que es más interesante y necesario tener en cuenta esta interacción, que centrarse en las variables biológicas, como sucede, a veces, en el sistema sanitario actual. Se ha demostrado, que los factores biológicos no siempre condicionan el cambio, ni siquiera lo limitan, si la persona tiene la determinación de hacerlo. Las personas tienen capacidad para cambiar a pesar de su fisiología, pero a veces no saben cómo.

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